– Encuentra formas para que tu bebé vea, oiga, se mueva libremente y te toque. Verás que los brazos y las piernas de tu bebé se mueven de forma descoordinada. Poco a poco, tu bebé aprenderá a controlar sus movimientos.
– Mira a tu bebé a los ojos y sonríele cuando te sonría. Verás que tu bebé reacciona de forma positiva a tus movimientos, gestos y expresiones faciales.
– Háblale con un tono suave y utilizando su “idioma”. Tanto el padre, como la madre y otros cuidadores deberían comunicarse con el recién nacido. Notarás que te oye y, pronto, comenzará a memorizar y a copiar tus palabras.
– Cambia gradualmente el sonido de tu voz. Habla más lento y más rápido, más alto y más bajo, más fuerte y más suavemente. Observarás la reacción de tu bebé en su rostro y en su cuerpo y notarás que interactúa contigo.
– Coloca a tu bebé boca abajo y agita un sonajero o una campana delante de él o ella. Eleva un poco el sonajero y anima a tu bebé a que levante la cabeza y los hombros para ver cómo se mueve. Al hacerlo, tu bebé seguirá el sonajero con la mirada y aprenderá a levantar la cabeza y los hombros.
– Con cuidado, tranquiliza, acaricia y abraza a tu bebé. Lo verás reconfortado y feliz de sentirse acunado en tus brazos.
– Mantén un contacto piel con piel con tu bebé. Sentir, oír y oler tu presencia le proporcionará una sensación de calma y seguridad.