Las primeras palabras o sonidos del bebé suelen ser gorjeos, gorgoritos. La vocal aaaaaaaaa infinita, repetida una y otra vez en distintos tonos, o una ristra de consonantes sin sentido… Pero la primera vez que nuestro bebé nos llama, el corazón nos golpea con fuerza. ¿Puede haber mayor felicidad que esa?
Para desconsuelo de las madres, los bebés suelen decir antes ‘papá’ (aunque no todos, claro). La razón es sencilla: el fonema ‘p’ es más sencillo de articular que la ‘m’. Pero, ¿cómo aprende exactamente el bebé a decir ‘papá’?
Repetir, repetir y repetir. Tan sencillo como eso. Hablar mirándole a los ojos, gesticulando mucho. Pronunciando bien las cada letra, despacio, para que el bebé pueda fijarse en el movimiento de la boca, en el sonido que genera. Cómo debe colocar la lengua, cómo debe mover la boca. Parece sencillo, pero hablar, para un bebé, es todo un mundo.
En este caso, el bebé ha aprendido antes a decir ‘mamá’ (‘mum’), porque en el idioma anglosajón, ‘papá’ es ‘dad’, y el fonema ‘d’ es más complicado de articular que el fonema ‘m’.
Muchos padres se preocupan. Ven que otros niños hablan y construyen frases sencillas, mientras que el suyo apenas hila dos palabras seguidas. Pero cada niño sigue un ritmo diferente. Hay niños más precoces, que hablan perfectamente con tres años, y otros, sin embargo, aún se ayudan del dedo para señalar objetos que nos son capaces de nombrar.
No debería preocuparnos si con tres años es capaz de pronunciar palabras con p, m, b o n (como ‘mamá’ o ‘papá’), pero aún le cuesta pronunciar ‘perro’ o ‘zanahoria’, ya que incluyen letras cuyo fonema es más complejo. De hecho, hasta los 5 o 6 años, lo más normal es que los niños no consigan decir correctamente (o al menos les cueste pronunciar) palabras que incluyen cr o gr (cromo, croqueta, granada…). A partir de los 6 años, los niños construyen frases prácticamente perfectas.
No existen reglas fijas, por lo tanto. Unos bebés dirán antes ‘mamá’, otros ‘papá’. Algunos tardarán en formar frases. Otros, no pararán de hablar. Los hay quienes balbucean mucho, y ensayan una y otra vez. Otros son más reservados y observan, y mucho, pero sin hablar. Y un día comienzan a nombrar cada cosa por su nombre. Y el tuyo, ¿recuerdas cuándo empezó a hablar?